La fiesta de fin de año de 2007 no repitió los avatares de la última edición. Pero tuvo lo suyo y seguramente será recordada tanto (o quizás más) que la del 2006. Porque una noche que pintaba como para ser una más de las ya tradicionales party-fridays (reunión en lo de Braca, cerveza-jugo loco-fernet, un poco de póker, algún baileteo y posterior cruce al Bárvaro (sic) ), se transformó completamente cuando apareció en escena la niña mimada de la noche: el Salsódromo del Abasto.
El boliche de Córdoba existía nomás y aparentemente pintaba bien. De hecho, una multitud de media cuadra de longitud aguardaba al ingreso al salón bailable. "Es que están haciendo una inspección", se excusó el patova, "y como tenemos llena la capacidad no podemos dejar entrar a nadie hasta que se vayan". La situación entonces era así: cuando se fuera la ley, entraba el malón, pero para eso había que esperar, 5, 10, 30 minutos o hasta que se fueran. Si alguien recuerda la respuesta de Braca a los dichos del encargado de seguridad asentirá con la cabeza y esbozará una sonrisa cómplice. Aunque dudo de que a alguien se haya percatado de sus dichos y, más que nada, la entonación. "Si, si, todo bien, Quedate tranquilo. En serio, posta. No es culpa tuya. En serio, de verdad". A mi eso me sonó a disculpas (¿De qué teníamos que disculparnos?) aunque para ser franco tampoco podría aseverar con firmeza que la historia oficial me respalda.
(El boliche existía nomás, aunque la foto diga lo contrario)
Descartado el plan A, y con varios litros de alcohol girando alrededor del torrente sanguíneo de los 8 organismos que buscaban fiesta, el camino quedó allanado para que debutara la cenicienta de la noche. La idea del Colombia, impulsada por algunos entusiastas emprendedores, consiguió abrirse camino ante tanto prejuicio. El boliche de salsa del Abasto, entonces, era el nuevo rumbo de la peregrinación.
Porque lo del Colombiano fue un show. Pero un S-H-O-W, eh? Sin medias tintas. De movida se fundió en un abrazo (¡cómo te gusta este término, Pollo!) con el tipo de la entrada. Lo más lindo, igual, sucedió adentro. El Patrón, entre otras tantas cosas que debo estar olvidando, bardeó a un pibito porque no le quería sacar una foto, se encaró a una embarazada de 8 meses (!!!) ("No gracias. Mi marido está en la barra", fue la desopilante respuesta.), se abrazó con el pastor protestante (?) que hacía las veces de animador, sacó a bailar a cuanto bagre andaba dando vuelta, etc. El momento cúlmine de su unipersonal fue cuando un viejo se nos arrimó e intentó sacarnos de la pista de baile al grito de "no se toma alcohol en la pista". El Colombia, cruzó dos palabras con el guardia que venía a hacerle la segunda al jovato y acto seguido el patova se dio vuelta y le dijo al viejo: "Está bien, está bien. Andá. A estos dejalos (?)".
Mientras el Colombiano se sentía en su salsa (?), adentro del reciento se concatenaban una secuencia de anécdotas increíbles, que sólo podían ser verdad en un lugar de esa calaña. Sin detenerme en los vejestorios y especímenes de toda clase que degustaban apetecibles tragos en los sillones del salón, voy a darles un breve pantallazo de lo que sucedía en la pista de baile. Para que se orienten: cuando hablo de pista de baile hablo de una verdadera pista de baile. Es decir, de un terreno, con suelo diferenciado (madera especial), delimitado por unas barandas e iluminado con bombitas de colores, típicas de corso pedorro del barrio de boedo, en la que todos bailaban con su pareja. Nada de bailes individuales; todos se movían al son del ritmo caribeño aferrados a la cintura de la compañera de turno.
La música se detuvo un momento y apareció en escena un "animador" (?), que organizó un improvisado torneo de baile entre todos los cumpleañeros (o sea, el 40% de la concurrencia, incluyendo a Braca, Turquito y Pablo -aunque este último quedó fuera del torneo por no tener pareja-). Impulsados por su animosa parcialidad, nuestros dos representates llegaron a instancias decisivas: Braca a la final y Turquito a la semi, siendo derrotados ambos por el cuco del torneo: el Travesti de peluca rubia (A Turquito lo defavoreció el cruce prematuro con el candidato del pueblo). Ah si, me olvidaba, también había un travesti (?). Otra nota de color: la compañera de Braca, sí cumplía años y había ido a festejar su aniversario, acompañada de... su ¡¡¡papá y su mama!!!