12/09/2007

Festejo "A"locado (la versión completa)

Este vez no hubo remeras alusivas, salones alquilados y bailes en cuero al compás de Nestor en Bloque. Tampoco se vieron salidas arando, vómitos en las veredas y borrachos durmiendo en la acera. No se repitieron los insultos al Dj de turno por poner la música baja, las patadas voladoras directas a los indefensos "cojines" (?) ni las peripecias para para que las trabajadoras de la profesión más antigua ejercieran correctamente su profesión.

La fiesta de fin de año de 2007 no repitió los avatares de la última edición. Pero tuvo lo suyo y seguramente será recordada tanto (o quizás más) que la del 2006. Porque una noche que pintaba como para ser una más de las ya tradicionales party-fridays (reunión en lo de Braca, cerveza-jugo loco-fernet, un poco de póker, algún baileteo y posterior cruce al Bárvaro (sic) ), se transformó completamente cuando apareció en escena la niña mimada de la noche: el Salsódromo del Abasto.

(Casa de Braca)

(¿Hace falta que diga qué es esto?)

La importancia del evento ameritaba una salida diferente al ya gastado combo del párrafo anterior. Y por eso Braca y Turquito no tenían quorum a la hora de salir a respaldar al popular antro de la calle Cabrera. Discusión va, discusión viene, la puja encontró fin con una decisión drástica: había que darle una oportunidad al boliche de Córdoba, del que absolutamente nadie tenía noticias (salvo yo, aunque reconozco que dudaba) y que Juampi afirmaba que no existía, en un 99% de probabilidades. La opción de ir a bailar Salsa había revoloteado por el aire, aunque era más una temeridad de ebrio impulsivo que una posible salida.

El boliche de Córdoba existía nomás y aparentemente pintaba bien. De hecho, una multitud de media cuadra de longitud aguardaba al ingreso al salón bailable. "Es que están haciendo una inspección", se excusó el patova, "y como tenemos llena la capacidad no podemos dejar entrar a nadie hasta que se vayan". La situación entonces era así: cuando se fuera la ley, entraba el malón, pero para eso había que esperar, 5, 10, 30 minutos o hasta que se fueran. Si alguien recuerda la respuesta de Braca a los dichos del encargado de seguridad asentirá con la cabeza y esbozará una sonrisa cómplice. Aunque dudo de que a alguien se haya percatado de sus dichos y, más que nada, la entonación. "Si, si, todo bien, Quedate tranquilo. En serio, posta. No es culpa tuya. En serio, de verdad". A mi eso me sonó a disculpas (¿De qué teníamos que disculparnos?) aunque para ser franco tampoco podría aseverar con firmeza que la historia oficial me respalda.

(El boliche existía nomás, aunque la foto diga lo contrario)

Descartado el plan A, y con varios litros de alcohol girando alrededor del torrente sanguíneo de los 8 organismos que buscaban fiesta, el camino quedó allanado para que debutara la cenicienta de la noche. La idea del Colombia, impulsada por algunos entusiastas emprendedores, consiguió abrirse camino ante tanto prejuicio. El boliche de salsa del Abasto, entonces, era el nuevo rumbo de la peregrinación.

La travesía por "tierras enemigas (?)" fue constantemente interrumpida por las tropelías de Turquito. Que rompía una caja de madera, que le pegaba con un palo a los postes de luz, que arrojaba ese mismo palo al medio de la calle, que hacía ring raje... Insoportable.

Finalmente avisoramos el mítico Abasto. Un puñado de gente aguardaba ingresar a un sombrío recoveco en una esquina. ¿Era el Salsódromo? No. Era la parrilla El Fogón, que aparentemente, de noche dejaba a un lado los costillares y en su lugar armaba cachengue ilegal.


(Parrilla El Fogón, boliche bailable clase "C", de carne (?))
El Salsódromo estaba a la vuelta, sobre Corrientes, y su verdadero nombre es Azúcar (entrar acá para mayor información). Y hago un paréntesis en el relato de los hechos, para entregarle todo el protagonismo de la noche al Colombia. Si hasta ayer a la noche cargaban sobre sus espaldas rumores de todo tipo, su actuación este sábado distó por mucho de ser una ayuda para lograr su erradicación.

Porque lo del Colombiano fue un show. Pero un S-H-O-W, eh? Sin medias tintas. De movida se fundió en un abrazo (¡cómo te gusta este término, Pollo!) con el tipo de la entrada. Lo más lindo, igual, sucedió adentro. El Patrón, entre otras tantas cosas que debo estar olvidando, bardeó a un pibito porque no le quería sacar una foto, se encaró a una embarazada de 8 meses (!!!) ("No gracias. Mi marido está en la barra", fue la desopilante respuesta.), se abrazó con el pastor protestante (?) que hacía las veces de animador, sacó a bailar a cuanto bagre andaba dando vuelta, etc. El momento cúlmine de su unipersonal fue cuando un viejo se nos arrimó e intentó sacarnos de la pista de baile al grito de "no se toma alcohol en la pista". El Colombia, cruzó dos palabras con el guardia que venía a hacerle la segunda al jovato y acto seguido el patova se dio vuelta y le dijo al viejo: "Está bien, está bien. Andá. A estos dejalos (?)".

Mientras el Colombiano se sentía en su salsa (?), adentro del reciento se concatenaban una secuencia de anécdotas increíbles, que sólo podían ser verdad en un lugar de esa calaña. Sin detenerme en los vejestorios y especímenes de toda clase que degustaban apetecibles tragos en los sillones del salón, voy a darles un breve pantallazo de lo que sucedía en la pista de baile. Para que se orienten: cuando hablo de pista de baile hablo de una verdadera pista de baile. Es decir, de un terreno, con suelo diferenciado (madera especial), delimitado por unas barandas e iluminado con bombitas de colores, típicas de corso pedorro del barrio de boedo, en la que todos bailaban con su pareja. Nada de bailes individuales; todos se movían al son del ritmo caribeño aferrados a la cintura de la compañera de turno.

La música se detuvo un momento y apareció en escena un "animador" (?), que organizó un improvisado torneo de baile entre todos los cumpleañeros (o sea, el 40% de la concurrencia, incluyendo a Braca, Turquito y Pablo -aunque este último quedó fuera del torneo por no tener pareja-). Impulsados por su animosa parcialidad, nuestros dos representates llegaron a instancias decisivas: Braca a la final y Turquito a la semi, siendo derrotados ambos por el cuco del torneo: el Travesti de peluca rubia (A Turquito lo defavoreció el cruce prematuro con el candidato del pueblo). Ah si, me olvidaba, también había un travesti (?). Otra nota de color: la compañera de Braca, sí cumplía años y había ido a festejar su aniversario, acompañada de... su ¡¡¡papá y su mama!!!

Como reconocimiento a sus performances, nuestros bailarines se adjudicaron el trofeo pertinente (¡¡¡una botella de sidra!!!), que fue degustada, obviamente, en el medio de la pista, hasta que prendieron las luces y el DJ pidió que nos retiraramos, por violar el inciso 4to del reglamento interno que prohibe la ingesta de alcohol y la inhalación de tabaco en el lugar dónde se baila. Eso hizo, en parte, que nos retiráramos victoriosos (?) del Abasto, aunque antes tuvimos tiempo de ver bailar a un gordito patético que hacía flexiones de brazos mientras bailaba y a un viejo (notable) que bailaba como John Travolta, y que les aseguro, había nacido, no sólo cuando la salsa no se había inventado, si no cuando el tomate ni siquiera estaba cosechado (?).

En ese orden de cosas, la noche no dio para más, salvo (?) para ver a Juampi llevarse una copa de sidra (?) como souvenir (para los giles que decían que no teníamos copas), al Colombiano hablar por teléfono no se cuanto tiempo y luego repetir hasta el hartazgo "Juampi, Zurdo, va' (?) la casa", a Turquito casi romper un portón del shopping Abasto y a un tachero tirar el freno de mano para agarrar una curva a 70 kmt x hora y festejar levantando las manos. Ah, Y turquito bañó en pintura a Braca (?). Casi nada para una noche que tuvo tanto de agitada como de inolvidable.

(levantamos la Copa, nomás)

Lo único que sé es que si así se festejan lo ascensos, quiero ascender más seguido.